Mientras las ramas se mecen en Orión

El día que los dioses visitaron a un anciano 
la angustia se apoderó de ellos 
y orinaron la piel de un buey 
no imaginaron 
que sería yo 
el engendrado. 

El día aciago que fuimos de caza 
y prometí aniquilar a toda criatura viviente, 
todo ser 
la víctima del escorpión 
fui yo. 

El día que tiraste la saeta 
desafiando a tu hermano 
sin darte cuenta 
que el blanco perfecto 
era yo. 

El día en que las Pléyades 
hijas de Atlas, 
acudieron a Zeus 
y las convirtió en palomas 
de alas como estrellas 
el que las despidió 
fui yo. 

El funesto día en que me necesitaste, 
el hombro 
sobre el que apoyaste tu rostro, 
tu tristeza 
fue la mía. 

Y me sorprendió la noche 
que te vi 
bajo un dosel de estrellas 
besando a un gigante 
otra criatura 
que no era yo.

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