LA NOVELA NEGRA SUECA ME CALMA

Es verdad.
Estamos en noviembre y todo parece estar en ebullición a mi alrededor; no las burbujas festivas de una celebración o las burbujas relajantes de un baño de espumas. No. Es ese tipo de volcán en suspenso que todo el mundo espera que de un momento a otro haga erupción pero se detiene, se toma su tiempo, se distrae mirando para otro lado. De ese tipo.
Muchas cosas que pensar, que ensayar, que evaluar. Demasiadas. Es entonces, en ese momento, cuando finalmente parece que todo se va a ir al cuerno que me refugio en algunas imágenes, sentimientos. Por ejemplo, pienso en la atmósfera de "Wallander" y "The killing" y todo parece retomar su equilibrio -por un instante, si- pero no importa. Me sucede lo mismo con algunas palabras, las palabras, algunas siempre tienen un efecto terapéutico interesante, por ejemplo, hialino. Pienso en hialino, maravilloso, plegable, vetusta, intrincada, cerúleo, madreselva, sobremanera, y todo parece suavizarse, hasta la más inevitable catástrofe.
También me sucede con el café. El café me calma, y algunas canciones de Black Label Society.




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