Las mil y una noches, Thelema y una pocilga que daba miedo pero que se convirtió en un castillo.

Volví. Volvimos.
Las vacaciones duraron exactamente siete días. Días que se convirtieron en un ínfimo instante, un granito de arena de la imensa playa, un espiral para mosquitos que se acaba demasiado rápido, un rayo fulminante que lo ilumina todo y luego mata -o por lo menos hace mucho ruido-.







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