Mayo infinito

Se fue mayo, antes me había pasado por arriba, arrollado, sacudido, me había lanzado contra la pared.
Pero de qué forma.
Para empezar, los primeros días fueron el préambulo de lo que vendría. En forma de mi trabajo soñado, que es el de dinamizar las bibliotecas municipales las cuales sabemos están en decadente estado, salió seleccionado un proyecto para hacer un taller con niños y jóvenes. Genial. Llegó la reunión en Casa de Escritores. Llegó el brindis.


Luego, claro, venía el Día del Libro, y realicé actividades en la escuela de los hijos y en mi lugar de trabajo. Susurramos poesía en un proyecto que tomó un mes de trabajo y en el cual 150 niños construyeron sus propios susurradores. Con algunas clases salimos a la vereda a susurrar a los ocasionales transeúntes. El resultado fue mucha emoción y agradecimiento de parte de quienes recibían versos de boca de los niños. Una experiencia feliz.



El 26 de mayo también fue la ceremonia de premiación de Cetp-Utu. El premio consistía en la publicación de los tres cuentos ganadores, entre ellos, haciéndose lugar "Te llamabas Elena", una historia acerca de la enfermedad y la esperanza.



Ya en las últimas luces de este mes tan particular llegó la hora de la presentación de mi nouvelle "La Maldición Waite". Con una concurrencia maravillosa que llenó el Salón Dorado de la Intendencia Municipal de Montevideo, con nervios llevados a su máxima expresión gracias a un pequeño conflicto entre la pantalla del proyector y mi laptop, luego de tanto, allí estaba hablando con Alex Centellas, uno de los personajes, que había ido a increparme por su ausencia en la pantalla.









Mayo, que me dejó tanto amor, personas bellas, amigos increíbles, palabras por leer y escribir, poesía, susurros, momentos mágicos, adrenalina de la buena, magia en cada segundo, se acabó.
Veremos que depara este mes que comienza.

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