En torno a la Capilla de vidrio de Soca



El sábado pasado conocí la Capilla de vidrio. Llegué a ella porque estoy investigando acerca de la vida de Susana Soca, y me intrigaba conocer éste lugar ignoto y bellísimo. 

Créanme que es más impactante ver esa mole pétrea con forma de cruz, de pájaro de alas extendidas, un extremo ejercicio de papiroflexia con piedra, en medio de la nada, entre una escuela y la torre de Ose usada para ubicar la edificación. No es sólo ese intrigante objeto no identificado emergiendo del costado de la ruta 8 sino su absoluta prescindencia de todo lo que la rodea lo que causa esa impresión casi perturbadora.

Hay que hablar con el casero para poder penetrar en ella, por lo que un sábado justo a la hora de la siesta y en un pueblo del interior era una conducta desajustada. Aplaudimos fuera del alambrado pero nos retiramos con la impresión de que deberíamos volver para descubrir que se oculta en esa magnífica como enigmática Capilla de vidrio, algún día de semana, en un horario civilizado, quizás cuando termine la pandemia.







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