Liebre de octubre





Fue un encuentro fortuito pergeñado quizás, por los raros hilos que han movido este año. Un día soleado, en un patio verde, bajo la sombra de unos árboles se dio una charla floreada y exquisita acerca de la poeta ignorada. Desde sus obsesiones, pétalo por pétalo hasta de sus homenajes, muchos y variados, en este último tiempo.

También sobrevoló, y ésto no puedo comprobarlo, su espíritu, ese que cunda en los textos y papeles, una sensualidad hecha vegetal, que se libera de lo humano, que encuentra sin buscar.

Así que fue una tarde luminosa en el sentido más profundo de la palabra, tanto que, días después, sigo sonriendo ante el recuerdo, deseando volver una y otra vez, a la entraña de aquel encuentro inexplicable.


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